De nada sirve inflamar un corazón de acero. Porque en el momento de la verdad, por mucho que te esfuerces en alimentar las brasas nunca conseguirás que se incendie…

Si lo que quieres es arder; además de la chispa adecuada, es preciso encontrarse con un corazón de madera.
Un corazón con alma, de interior natural, concebido por la tierra y alimentado de agua, sol y aire.
Explosivo y combustible.

Que te ayude a quemar los malos recuerdos y avive contigo las llamas.

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